2016/01/29

PRIMAVERAS MARCHITAS


ª  Países como Egipto y Túnez comienzan a manifestarse en lo que se denominarán “Primaveras Árabes”.

ª  Se trata al igual que en Egipto,  Túnez y Turquía de manifestaciones de carácter nacionalista, lejos están aún la intervención de  grupos islamistas violentos como Al-Qaeda y Estado Islámico que vendrán hasta Siria desde Irak tras su ocupación.

ª  España, por ejemplo, tiene un pésimo récord: sólo ha creado 50 plazas de las 9.360 a las que se había comprometido y ha realojado a tan sólo 18 asilados, provenientes de Italia.


Cada día llegan más seres humanos a las costas europeas. Cada vez más se quedan atrás, en las frías aguas del mar Mediterráneo, cerca de las costas de la salvación. Ahora mismo, mientras lees estas líneas, miles de ellos no intentan labrarse un futuro, tan solo sobrevivir a esta noche, durmiendo bajo el manto de estrellas a temperaturas por debajo de los cero grados. Mañana al amanecer, agarrarán lo poco que les queda y seguirán caminando, cruzando vayas y concertinas colocadas por el hombre. Fronteras y líneas imaginarias que dividen naciones, que separan los mundos, que matan la esperanza.

Conocemos muy poco de lo ocurrido. Solo nos hacemos eco cuando se producen numerosas muertes en el agua, siendo incluso niños los que dejan su vida en la orilla, cuando la salvación se roza con la punta de los dedos. Contemplamos las imágenes en nuestros televisores a miles de kilómetros, sentados en nuestros sillones y butacas. Son muchos los que sienten rabia e impotencia. Algunos además, vergüenza ante el inmovilismo de nuestros gobiernos en Europa. No solo son ellos quienes permiten que esto se permita. No lo olvidemos, todos somos cómplices, miramos hacia otro lado como si nada ocurriera.

¿Cómo empieza esta guerra? En el año 2011 se producen movimientos en Oriente Medio en contra de algunas de las dictaduras y regímenes. Países como Egipto y Túnez comienzan a manifestarse en lo que se denominarán “Primaveras Árabes”. En España esta tendencia coincidirá con los movimientos del 15M, justo antes de las elecciones generales del mismo año, en medio de una crisis económica que marcará el inicio de un cambio en nuestra sociedad.

En Oriente Medio se trató de una revolución  llevada a cabo por los más jóvenes y las familias pertenecientes a las clases medias de los diferentes países. Estas manifestaciones cayeron como un relámpago en Egipto, Túnez y Turquía, cogiendo por sorpresa a sus gobiernos, los cuales acabaron cayendo en muy poco tiempo.

Sin embargo, en Siria todo fue distinto. La revolución tardó demasiado en llegar, el gobierno de Al-Assad estaba preparado para lo que se avecinaba de forma inminente. Cuando llegó el momento de las movilizaciones en las calles, la represión por parte del régimen fue brutal, lo que hizo que el movimiento se radicalizara. Arabia Saudí,  junto a Qatar y Turquía, países contrarios al gobierno sirio, comenzaron a financiar con fondos y armas a las fuerzas opuestas al régimen.

En un primer momento, el conflicto estalla entre las fuerzas rebeldes opuestas a Al-Assad y el propio ejército enviado por el gobierno. Se trata al igual que en Egipto,  Túnez y Turquía de manifestaciones de carácter nacionalista, lejos están aún la intervención de  grupos islamistas violentos como Al-Qaeda y Estado Islámico que vendrán hasta Siria desde Irak tras su ocupación.

 
Cabe recordar, que la toma de Irak en 2003 por los Estados Unidos con el apoyo de las fuerzas occidentales como Reino Unido y nuestra mísera España (Cumbre de las Azores) fue del todo ilegal. En firme oposición de lo que dictaminaban las propias resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas, sumadas a las millones de voces que se manifestaron en las calles de todo el mundo para evitar la guerra, miles de personas se ven en la obligación de desplazarse como refugiadas, cruzando las fronteras hasta diferentes países, entre ellos Siria y Jordania.

La destrucción de Siria, tal y como podemos observar todos los días, se debe al enfrentamiento entre los diferentes conglomerados de milicias islamistas financiadas por Arabia y diferentes países de Occidente con el fin de derrocar al Gobierno del país. A nadie se le escapa que ninguno de estos grupos terroristas podría subsistir si no hubiera intereses por parte de terceros países con intereses estratégicos y económicos que los llevan abasteciendo desde hace varias décadas. Haciendo hemeroteca, recordemos que EEUU financió con armas y recursos durante los últimos años de la guerra fría, al régimen Talibán de Al-Qaeda en Afganistán para hacer frente a lo que se denominó como “la invasión Rusa” del estado afgano por parte del país comunista en aquel entonces.

¿Cómo puede ser tan difícil romper estas líneas de financiación? Sobra decir que no hay voluntad de hacerlo. El Estado Islámico se financia sobre todo con la venta de petróleo que suministra de forma clandestina a Turquía e Israel. De este modo, con la venta de crudo a terceros países, el grupo terrorista obtiene unos beneficios de más de un millón de dólares cada 24 horas. Si de verdad hubiera interés por cerrarles el “grifo” económico con el que subvencionan la compra de armas, sería bien sencillo.

Siria sigue desangrándose, su pueblo muere asesinado cada día. Este hecho, por su puesto, favorece a los países occidentales, sobre todo a Israel que contempla como se debilitan y caen gobiernos musulmanes a su alrededor, lo que afianza su postura de estado líder en Oriente Medio. Que esta parte geográfica del planeta se mantenga continuamente bajo el acoso de diferentes conflictos, facilita el progreso económico de los países más ricos. Ellos seguirán negociando con lo poco o mucho que tienen y que los demás necesitan. Mientras tanto nosotros nos encargaremos de que no les falten balas y granadas para que sigan matándose los unos a los otros.

Como pueblo avanzado y civilizado que nos creemos, nuestra postura ha sido siempre la de pensar que los países de oriente tienen un carácter violento, nada arreglan con el uso de la fuerza. Desde Europa nos declaramos estandartes de Liberté, égalité, fraternité. Que pronto se nos ha olvidado que las dos grandes guerras de la historia, que acabaron con millones de vidas y que han sido testigo de las mayores atrocidades que el ser humano puede llegar a hacerse a sí mismo, han tenido como escenario esta ajada y vieja Europa durante el último siglo.


272. ese es el número de refugiados sirios que han sido acogidos en nuestro continente durante el año 2015.  El dato lo ha hecho público la Comisión Europea, seguramente con el fin de sacar los colores a los Estados miembros de la UE, que se habían comprometido a realojar a 106.000 de los refugiados que en la actualidad hay en Italia y Grecia. España, por ejemplo, tiene un pésimo récord: sólo ha creado 50 plazas de las 9.360 a las que se había comprometido y ha realojado a tan sólo 18 asilados, provenientes de Italia. El 1 de febrero llegarán 30 más a la comunidad de Castilla y León. Es simplemente vergonzoso. Indecente que no estemos en las calles pidiendo responsabilidades a los gobernantes de toda Europa.

Nuestra postura es la de humillar a estas personas. No se las permite legalmente abandonar su patria en guerra para evitar la muerte. Se entorpecen las labores de salvamento, imputando incluso cargos de “tráfico de personas” a aquellos que se juegan el tipo sacándoles del agua salvando sus vidas cuando todo parece perdido. Entonces, cuando ponen los pies en tierra y piensan que lo peor ha pasado, comienza de veras la senda de penitencia y vergüenza. Se les trata como animales, obligándoles a caminar miles de kilómetros cruzando fronteras. Erigimos muros de alambre y cuchillas para interrumpir su marcha. Se les niega la entrada, se les deporta. Denegamos techo, pan, agua y abrigo. Enjuagamos sus lágrimas en vinagre, mientras apartamos la vista haciendo una pausa para la publicidad. Sufren insultos, golpes y agresiones. Ahora es nuestro deseo confiscar lo poco que puedan llevar encima para justificar los costos de mantenerlos aquí con vida en condiciones infrahumanas. ¿Pero qué diablos nos pasa?

¿Esta es la Europa civilizada de la que hablamos y formamos parte? Si esto es ser europeo, si así demostramos ser mejores… me parece una obscenidad sentirse orgulloso absolutamente por nada. ¿Hace falta que alguien nos golpeé en el alma, nos arranque el corazón y los ojos para que seamos realmente conscientes de esta tragedia? ¿Tan seguros estamos de que jamás vamos a necesitar que otros pueblos, otras personas nos acojan en sus casas? Así debe de ser.

Para acallar alguna voz maliciosa que pueda alzarse. La respuesta es sí rotundo. Estaría orgulloso de acoger refugiados en mi casa y en mi vida. Pero este falaz gobierno tampoco lo permite. No quiere aceptar que miles de familias, sensibles a esta realidad, estén dispuestas a compartir lo poco o mucho que puedan poseer, con otros seres humanos que lo necesitan. Es más fácil donar unos pocos euros, monedas que limpian conciencias sucias envueltas en papel de regalo estas navidades.

Europa es la gran estafa. Lejos de ser solucionadores de algo, no hacemos sino minar el futuro de otros pueblos, otras razas y culturas diferentes a las nuestras. Declaramos nuestra aversión a lo que definimos regímenes autoritarios, justificando su caída todos los días en los medios de comunicación. Pero tan solo nos decantamos por aquellos que opinan diferente, aquellos que han decidido que quizás no sea necesario entrar en la rueda arrolladora de occidente. Apenas se habla una palabra de la falta de derechos humanos que sufren los ciudadanos de Arabia Saudí cada día. Ni el apoyo que se les brindó a líderes en américa latina para favorecer la caída de gobiernos opuestos a los intereses neoliberales, como el asesinato de Salvador Allende en Chile, muerto a cañonazos por los tanques de Pinochet, o al gobierno Sandinista en Nicaragua.

Hace algunos cientos de años, en las regiones bárbaras y heladas del norte, cuando la caída del sol traía noches de mucho frío y nieve, existía la buena costumbre de crear un pequeño fuego cercano a la puerta de casa, iluminando así la entrada de la misma. De este modo, la familia que habitaba el lugar, daba a entender que se trataba de un hogar confortable que ofrecía refugio y alimento a aquellos viajeros incluso extranjeros, a los que la noche y la tormenta pudieran haber sorprendido. Si viajas por las zonas más frías y aisladas de Noruega, se puede observar que aún hoy, muchos de los hogares, mantienen la luz de su puerta toda la noche alumbrando a posibles viajeros venidos desde muy lejos, buscando refugio. Me pregunto qué nos estará pasando entonces…