2015/06/25

LOS REPRESENTANTES DE DIOS EN LA TIERRA


ª     “Fue a partir del ejercicio anual del año 2008 cuando el porcentaje aumentaría hasta el 0,7%, desapareciendo así el complemento que el Estado asignaba a mayores”.

ª     “La institución recibe aportaciones del Estado gracias a los acuerdos con el Vaticano, renovados progresivamente en el tiempo al alza desde 1975. Además también aportaciones de distintos Ministerios y de las propias Comunidades Autónomas”.

ª     “Los datos están claros. Por más que en radio, prensa y televisión se empeñen en hacer campañas a favor de la “X” solidaria a favor de la Iglesia”.

 

El origen histórico del Óbolo de San Pedro se remonta a finales del siglo VIII, cuando los Anglosajones se convierten al Cristianismo y como signo de unión con el Obispo de Roma deciden enviar de manera estable una contribución al Santo Padre. Así nace el “Denarius Sancti Petri” la limosna de San Pedro, que pronto se difundió por el resto de Europa, costumbre que fue regulada en 1871 por el Papa Pío IX en la Encíclica “Saepe Venerabilis”. ¿Qué ocurre en España actualmente? Según acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede en 1979 en asuntos económicos (publicado en BOE de 15 de Diciembre),  “La Iglesia Católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades. Cuándo fuera conseguido este propósito, ambas partes se pondrán de acuerdo para sustituir los sistemas de colaboración financiera”. Por lo tanto, es la propia institución la que debería financiarse de forma completa sin tener que acudir al dinero del Estado, es decir… que en cierto modo incumple uno de los acuerdos suscritos con el Estado Español, y a su vez con toda la ciudadanía. ¿Quién va a pedirle a la Iglesia (como institución) después de tantos años ayudada por el Estado que renuncie a ello?

¿Fines sociales, iglesia, ambas o ninguna? Estas son las cuatro opciones que se plantean en la declaración de la renta en cuanto a la asignación que realizamos del IRPF. Las opciones están claras, lo que no queda demasiado claro es donde irá destinado el dinero una vez hayamos marcado o no alguna de las opciones. Cada uno de nosotros y de nosotras decide donde destinar su porcentaje de la cuota íntegra (antes de aplicar las retenciones y deducciones), a saber:
·        Entidades sociales; para las cuales se destinaría el 0,7%. De los fondos recaudados el 79,14% se destinan a proyectos de acción social, la convocatoria la establece el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (todo en uno). El 19,43% se destina a proyectos de cooperación en países en desarrollo a través de la Agencia Española De Cooperación Internacional (AECID). Y el 1,43% a proyectos de Medio Ambiente. Gracias a la recaudación de 2014 se ejecutaron 1.135 proyectos que beneficiaran aproximadamente a seis millones de personas.

·        Iglesia; el dinero recaudado mediante esta opción (también el 0,7%) va directamente para “su sostenimiento económico”, y es la propia institución la que decide en que lo utiliza. Más adelante hablaremos sobre este tema.

·        Ambas opciones; es la gran desconocida hasta ahora, en este caso nuestra aportación se doblará. Se destinará un total 1,4%: 0,7% para la Iglesia y otro 0,7% para Fines Sociales.

·        Ninguna; por lo que el 0,7% pasa directamente al Estado integrando así la cuantía a los Presupuestos Generales.


Desde 1978 la Iglesia recibe del Estado Español una dotación con cargo a los presupuestos generales. En 1988 se articuló una asignación tributaria para la Institución Religiosa (solo la Católica recibe esta asignación) consistente en el 0,5239% del impuesto sobre la renta de las personas físicas. Esta cuantía anual, nunca cubrió sus “necesidades”  por lo que se tuvo que implementar con un complemento estatal a cargo de los propios presupuestos generales. Fue a partir del ejercicio anual del año 2008 cuando el porcentaje aumentaría hasta el 0,7%, desapareciendo así el complemento que el Estado asignaba a mayores para cuadrar las cuentas.
Adicionalmente a estas cantidades, la Iglesia recibe otras con cargo a los presupuestos generales del país (última memoria de 2013):
·        Profesores de religión y otros cargos religiosos. Donde el Estado aporta aproximadamente 500 millones de euros para pagar los sueldos de 25.660 profesores de religión, más de 17 millones en sueldos para capellanes de cuarteles, hospitales y cárceles.

·        Conciertos educativos, ya que existen en España 2.601 centros escolares concertados (más del 80% de los centros privados) con casi un millón y medio de alumnos y alumnas y más de 99.000 profesores (los cuáles acceden sin oposición, no lo olvidemos). Un total de más de 3.000 millones de euros. Sumemos a esto las 14 Universidades de inspiración Católica con más de 80.000 alumnos en sus aulas.

·        Exención de impuestos, en los cuáles no se les da asignación pero tampoco pagan nada y por lo tanto se ahorran anualmente más de 750 millones de euros.

·        Las ayudas directas para el sostenimiento de su Patrimonio Artístico e inmobiliario 3.168 bienes de tipo cultural en total. Más de 63 millones de euros en el año 2013. Pongamos el ejemplo de la Catedral de León, como todas, es propiedad de la Iglesia. Sin embargo, quienes se encargan de su conservación y restauración son las instituciones públicas, desde la Junta de Castilla y León a la Diputación de León, el Ayuntamiento de la ciudad y el Ministerio de Educación y Cultura, además de algunas organizaciones privadas. 

·        La desgravación de los donativos, ya que las donaciones a la Iglesia desgravan un 25% del IRPF en el caso de personas físicas, y un 35% del impuesto de sociedades si se trata de empresas. Pero el Estado benevolente en este caso devuelve a los fieles el 25% y el 35% respectivamente, al igual que hace con las aportaciones a ONG´s, salvando que la Iglesia no lo es. Esto supone cerca de los 100 millones de euros.
Por lo tanto si realizamos la suma total de lo que aproximadamente recibe la Iglesia en asignaciones del Estado, quedaría de la siguiente manera:
 
 
Estos son por supuesto, cálculos aproximados (realizados con lo expuesto anteriormente) fruto de la investigación, con datos que se aportan en la “Memoria de Actividades Anuales de la Iglesia Católica en 2013” y otros documentos. En algunos artículos las aportaciones llegan hasta los 10.000 millones de euros anuales. Si teóricamente debiera por decreto y acuerdo, además de Dogma propio de la propia Institución, auto financiarse con sus propios recursos… algo se está haciendo mal.

En 2007 bajo presión de la Unión Europea, Iglesia y Estado pactaron eliminar la exención del IVA de la Iglesia Católica en la “adquisición” de bienes inmuebles. Se mantienen no obstante la exención de pago en la renta, el patrimonio, el IBI, las donaciones y las transmisiones patrimoniales, por las que la institución, gracias a estos privilegios, no aporta ni un solo euro.

La institución recibe aportaciones del Estado gracias a los acuerdos con el Vaticano, renovados progresivamente en el tiempo al alza desde 1975. Además también aportaciones de distintos Ministerios y de las propias Comunidades Autónomas. Todo esto hace que prácticamente sea imposible conocer los ingresos finales y totales con que el Estado dota a la Iglesia anualmente. 

Pero vamos un paso más allá. En las diferentes memorias de actividad, la institución introduce también los datos referentes a los gastos y la asistencia que “Cáritas” y “Manos Unidas” (pertenecientes a la Iglesia), ofrece a la sociedad. Nadie duda que el trabajo de Cáritas se ha multiplicado al alza en estos últimos años, y que su trabajo es inestimable para este país, que ha visto en esta entidad el último recurso para seguir adelante. Pero analicemos bien los datos y descubramos que hay en realidad de cierto en la información que se aporta.
 

En el último ejercicio como vimos anteriormente (2013), fueron 249 millones de euros la aportación a la Iglesia mediante la declaración de IRPF, destinados al Fondo Común Interdiocesano. Para ser más claros, es el dinero que financia únicamente la estructura formal de la Iglesia: sueldos y seguridad social de sacerdotes y obispos, actividades pastorales, Conferencia Episcopal y a “otras actividades asistenciales”. La cúpula de del Obispado administra aproximadamente unos 50 millones de euros y el resto (hasta los 249) se reparte entre as 70 diócesis en que está dividido el país (69 territoriales y 1 castrense, dependiendo del número de sacerdotes existentes en cada una).

Dejemos claro que el dinero proveniente del IRPF es tan solo el 25% (aproximadamente) de todo el que disponen las diócesis: 788 millones en 2012, la mayor parte proveniente de donativos.

¿Cuánto de esto se destina a Cáritas? Las ONG de la Iglesia apenas se benefician de este fondo, sino que obtienen parte de lo que recauda en la casilla del IRPF de “Fines Sociales”. En el último ejercicio conocido, sabemos que la aportación de la institución ha sido aproximadamente de tan solo 5 millones de euros, tan solo el 2% del total recaudado si hacemos cuentas con lo recogido por el IRPF  (249 millones), y de un 0,6% si ponemos como ejemplo lo recogido en total en 2012 (788 millones).

En el libro de la Conferencia Episcopal sobre la financiación, se muestra la labor de Cáritas como “…ejemplo del ahorro que la Iglesia supone para el Estado al realizar tareas de apoyo a las clases más desfavorecidas”. Nos haría un grato favor, si aportaran toda la información y en honor a la verdad nos mencionaran realmente de donde consigue los fondos para desarrollar su inestimable trabajo.

Y… ¿quiénes forman Cáritas? De un total de 82.188 personas, 78.017 son de carácter voluntario y 4.171 son trabajadores contratados de la propia entidad. Esto es lo que nos cuenta la memoria de 2013.  Lo que no desgrana es que más del 80% de las personas voluntarias son de carácter laico y algo menos del 5% son sacerdotes y religiosos. Del 15% restante no se tienen datos.

¿Qué se deduce de todo esto? Tanto el voluntariado como la financiación de las ONG pertenecientes a la Iglesia, está soportado por las diferentes aportaciones de la gente que se siente parte de la misma (hablamos de comunidad, no institución). Pero claro, el argumento chocaría de frente con la idea preconcebida de que financiar a la Iglesia (como institución) es fundamental para mantener la de Cáritas, ya que como podemos comprobar su aportación económica es casi insignificante.


Los datos están claros. Por más que en radio, prensa y televisión se empeñen en hacer campañas a favor de la “X” solidaria a favor de la Iglesia para financiar la ayuda a Cáritas y otras actividades de carácter solidario, tengamos bien presente que marcar esta opción no servirá para que nuestro pueblo, nuestras familias y las de nuestras personas más cercanas, golpeadas por la pobreza y en riesgo de exclusión social, pueden verse beneficiadas. Puestos a cambiar las cosas, con el dinero que el Estado aporta a la educación concertada, ¿no podrían abrirse más colegios públicos y contratar a más profesorado para mejorar la calidad de nuestro Sistema Público de Enseñanza? Ya que se destinan millones para la conservación de nuestro patrimonio cultural, dineros que salen del bolsillo del contribuyente, ¿no sería más adecuado que pertenecieran al Estado, al País y a su ciudadanía, y que el dinero cobrado de las entradas fuera destinado para engrosar las “arcas del Estado” y el mantenimiento de las mismas?

Si la Iglesia quisiera predicar con el ejemplo de austeridad y que su voto de pobreza tuviera más sentido, ¿cómo entender que posean más bienes inmobiliarios a su disposición que el propio Estado? ¿No sería más adecuado que la Iglesia cediera todos estos bienes al Estado para el uso y riqueza de los ciudadanos?

No hace falta decir que ya hace siglos que la Iglesia está del lado de la aristocracia (las grandes familias de España) y la más alta oligarquía del país que ostenta el poder, hasta el punto de incluso estar por encima de ellos. Siempre han sabido bien con quién debían de “casarse” para mantener sus privilegios e incluso, intentar recuperar alguno de los que le fueron expropiados (las denominadas “manos muertas” en el siglo XIX). En estas, tienen hasta la osadía de opinar que se deberían devolver a la Iglesia para obtener más ingresos y poder así, destinarles a sus fines. Mi opinión personal y respuesta a esta reflexión sería plantearles una pregunta: ¿Y si más bien se devolvieran todas las propiedades a nombre de la Iglesia en favor del Estado o… se hiciera pagar todos los impuestos que pesan sobre la totalidad de los mismos, incluyendo todos los años no pagados (al menos) desde 1978, más los intereses por demora? Quiero imaginar que el rostro de los representantes de Dios en la tierra, a la más alta Curia de este país, se les quitaría esa sonrisa de prepotencia que podemos adorar  y contemplar en los medios de comunicación todos los días. Hagan sus apuestas…

 

2015/06/09

DESTERRAR LAS CADENAS QUE ATRAPAN LA LIBERTAD


ª          ¿Pero… a que tenemos miedo? Miedo a que se vulnere la seguridad nacional por una invasión de inmigrantes pobres o terroristas; miedo a que las personas en situación “irregular” (los sin papeles) se aprovechen de nuestros cada vez más mermados recursos y servicios públicos y sociales”.

ª          Una caja llena de tela de arañas en nuestro país ya que esta Ayuda Oficial al Desarrollo ha disminuido en un 62% en los últimos  ejercicios previos al 2015, hasta un 0,16% de la Renta Anual Bruta”.

ª          6.000 seres humanos navegan a la deriva desde hace más de dos meses frente a las costas tailandesas, sin nada de comer y beber salvo lo que las gentes que pasan con sus embarcaciones les pueden tirar a cubierta”.


Los últimos meses han sido muy convulsos en cuanto a materia de inmigración a nivel mundial. Llevo tiempo reuniendo información, noticias, artículos y opiniones de múltiples fuentes para intentar redactar unas páginas que sirvan de resumen a todo lo acontecido en estas últimas semanas. Para ello primeramente buscaremos contextualizar algunas cuestiones creando una especie de eje cronológico para encontrarle sentido.

Nos iremos, para empezar hasta el año 2000. Después de ganar las elecciones generales de ese año, el Gobierno de José María Aznar creó la Delegación del Gobierno para la Extranjería y la Inmigración, y la integró dentro del Ministerio del Interior, eliminado de un plumazo, las competencias sobre la política de extranjería que hasta ese momento eran competencia del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. De este modo, la inmigración pasó de considerarse una cuestión sociolaboral, a constituir un asunto de Seguridad Nacional.

Con la vuelta del Gobierno Socialista en el año 2004 (no olvidemos las circunstancias en las que se produjo el cambio), la cartera de extranjería sería devuelta a Ministerios relacionados con trabajo y asuntos sociales. Pero el enfoque securitario para gestionar la inmigración ya quedaría instaurado. Algunos años más tarde (2005) el Gobierno socialista aplicaría la instauración de concertinas en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. En honor a la verdad, un año más tarde el propio José Luis Rodríguez Zapatero decidió retirarlas. Recientemente, el actual Gobierno con Rajoy a la cabeza, volvió a instaurarlas y defenderlas en el año 2013 y hasta el presente.

¿Pero… a que tenemos miedo? Miedo a que se vulnere la seguridad nacional por una invasión de inmigrantes pobres o terroristas; miedo a que las personas en situación “irregular” (los sin papeles) se aprovechen de nuestros cada vez más mermados recursos y servicios públicos y sociales; miedo a que se generen problemas de salud pública en nuestro país; miedo al aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana. Cojan papel y bolígrafo y hagan sus cálculos y apuestas.

Lo que produce este enfoque de necesidad de seguridad sobre la inmigración es que veamos a estas personas como invasores y delincuentes antes que personas, que defendamos nuestra ciudadanía por encima de los propios derechos humanos universales. Que tener papeles en regla valga más que el propio hecho de nacer y ser alguien. Piensen incluso la forma de retratarlos en los medios: “No mueren personas, si no inmigrantes, sin papeles, refugiados…”.

Recientemente se aprobó en España la Ley de Seguridad Ciudadana, denominada Ley Mordaza. Fue aprobada por el Gobierno actual en solitario (para eso existen las mayorías absolutas “absolutistas”) y publicada en el BOE. Dicha normativa entrará en vigor el día 1 de Julio de 2015, ¿toda? Pues no. La Disposición Final Primera, que regula las devoluciones de inmigrantes en Ceuta y Melilla que lo hizo el día 1 de abril, cuatro meses antes que el resto de la Ley.


Dicha disposición enmienda la Ley de extranjería para intentar amparar la devolución a Marruecos de los inmigrantes interceptados en el salto a las vallas de Ceuta y Melilla, bajo la nueva figura jurídica que el Gobierno denomina “rechazo en frontera”, para impedir su entrada ilegal en España.

Pensemos en el trato dado a estas personas. Devuelto al otro lado sin preguntarles su nombre; ser identificado correctamente; sin ofrecerle asistencia de ningún tipo, ni letrada ni sanitaria. Impidiendo de este modo que puedan expresar cualquier cuestión, incluidas la posibilidad de solicitar protección Internacional si su vida corriera peligro. Derechos, por otra parte, amparados por la Convención de Ginebra, el Convenio Europeo de Derechos Humanos, la carta Europea sobre Derechos Humanos y la Directiva de Asilo… ¿suficientes instituciones?

Hagamos un viaje en el tiempo (maldita hemeroteca). 6 de febrero de 2014, 15 personas mueren en un intento de llegar a España frenado por las fuerzas de antidisturbios de la Guardia Civil. Las imágenes se difundieron por el Ministerio de Interior tras la presión ejercida por los propios medios de comunicación y ONG´s. Estas, también mostraban como 23 personas que sí consiguieron llegar a España fueron devueltas en caliente.

Volvamos al ahora. 20 de abril de 2015, nuestro Ministro de Interior Fernández Díaz “admite la necesidad del rescate en el Mediterráneo, pero insiste en el efecto llamada”.  Un mes atrás (por su puesto antes de la muerte de más de 700 personas en Lampedusa) nuestro Ministro defendía en Bruselas todo lo contrario, rechazó entonces mejorar el salvamento europeo en el Mediterráneo alegando un posible “Efecto Llamada”. Sus palabras alegaban que FRONTEX es una agencia que tiene por misión securizar las fronteras y no puede convertirse en una agencia de salvamento y rescate.

Más aún, aseguraba “la mejor manera de garantizar la vida de toda esa pobre gente es eliminado las circunstancias que llevan a que esa gente se vea abocada a caer en manos de mafias criminales”. Reflexionar sobre estas palabras. ¿Ésta es la mejor manera de garantizar la vida?, ¿eliminar las mafias es el mayor de los problemas? Por supuesto que no. Ya sé que estaréis pensando, que el problema que tienen es occidente y la avaricia de los Estados y personas más poderosas del planeta, que sumimos a los diferentes pueblos en guerras innecesarias a cambio de asegurar nuestra hegemonía y bienestar económico y personal.

Seguimos con más datos. En última instancia nuestro ilustrado y gran Ministro añade que existe también medidas a largo plazo (por no decir infinito plazo), algo denominado “cooperación al desarrollo”. Una caja llena de tela de arañas en nuestro país ya que esta Ayuda Oficial al Desarrollo ha disminuido en un 62% en los últimos  ejercicios previos al 2015, hasta un 0,16% de la Renta Anual Bruta, cuando la media Europea es del 0,43% y el mínimo fijado por la ONU es de un 0,7%. Volvemos a la siempre excusa de los recortes, tijeretazos siempre para los presupuestos sociales.

La cumbre extraordinaria celebrada el día 23 de abril de 2015 decidió dotar la operación comunitaria encargada de labores de vigilancia (TRITÓN), del triple de fondos, de tres a nueve millones de euros, aunque no ha sido sencillo para ello poner de acuerdo a los 28 países de la Unión. Un avance ínfimo en esta materia. No se ha mencionado la extensión del área operacional que puedan patrullar más lejos de las costas Europeas, lo que permitiría llegar antes a rescatar embarcaciones en apuros, recordemos que la mayor parte de los naufragios se producen en las aguas próximas de Libia.


En lo que sí parecían estar de acuerdo era en repartir el número de personas refugiadas a acoger (20.000 en total), pero no en cuántos le toca a cada país (parece que están intercambiando cromos). Concretamente nuestro Gobierno y sobre todo las figuras de Mariano Rajoy y el Ministro de Exteriores Manuel García-Margallo creen que aceptar 1600 refugiados en España es demasiado. Afirman además que esta cuantía no es proporcionada ni realista.

Los criterios de distribución elegidos por la Unión Europea son: la población, el PIB de cada país, la tasa de desempleo o el número de personas acogidas en el período entre 2010 y 2014. El peso de la población cuenta un 40%, el PIB un 40% y la tasa de paro tan solo un 10%. Con estas cuentas el argumento que dan estos individuos es que el alto índice de desempleo en España impediría dar trabajo a estas personas. Sinceramente, ni a estas ni a todas las demás, como se puede comprobar hasta ahora.

Nuestro Ministro Margallo relaciona inmigración con la situación económica y laboral de nuestro país, para negarse a aceptar el asentamiento de estas personas que se juegan la vida (no olvidemos que lo hacen huyendo de la situación actual de sus países en guerra) en el Mediterráneo. Al mismo tiempo sus declaraciones contradicen el mensaje optimista del Gobierno y sus “brotes verdes” que lanzan a diario aludiendo que somos el país que más crece de Europa.

Lo que está más que claro es que el Mediterráneo (mar entre todas las tierras) es una de las rutas migratorias más complejas, dinámicas y populares del mundo. A pesar de la atención mediática prestada, la vía marítima ha sido siempre un acceso secundario de los flujos de inmigración hacia Europa. Ha sido hace bien poco cuando la situación se ha revertido. La explicación tiene nombre de país, Libia, y una razón, el derrumbe del régimen de Gadafi en 2011 y la guerra civil en Siria a partir del año 2013. 

Por lo tanto las personas que se dejan la vida en el fondo de las aguas son aquellas que buscan protección Internacional, huyendo de la violencia, el conflicto y el derrumbe político y social en que se encuentran inmersos Sirios, Eritreos y Afganos (sin olvidar las docenas de países africanos que se encuentran en igual situación). Desde la segunda guerra mundial no se habían registrado tantas personas desplazadas como las que hay actualmente.

Para acabar con este gran problema falta voluntad política y ambición. Las reuniones mantenidas el 20 de abril de 2015 arrojaron lo denominados “10 puntos de Luxemburgo”. La respuesta ha sido decepcionante.

La única propuesta novedosa ha sido la destrucción de los buques utilizados por los contrabandistas (siempre y cuando exista resolución de la ONU), duramente criticada por ONG,s e instituciones Internacionales, y con razón, no se pueden matar moscas a cañonazos. Pretenden acabar así con el problema del “efecto llamada” que tanto miedo les da, sin entrar a solventar el efecto expulsión: la militarización de la frontera, que conducirá a la apertura de nuevas rutas más peligrosas para los que huyen y seguirá beneficiando a las redes de traficantes que incrementarán el precio del transporte.


Por primera vez, se plantea una distribución solidaria de personas con la necesidad de protección internacional. Sorprenden las cifras, 20.000 personas. Pueden parecer mucho, pero comparadas con los más de 4 millones de refugiados que existen tan solo en Siria… es tan solo el 0,5% de los refugiados de ese país (más de 51 millones en todo el planeta). ¿Qué pasa con los Eritreos, Afganos, Somalíes, Nigerianos, Gambianos, etc.? El debate no debería ser sobre cuantas personas se pueden acoger, sino más bien como garantizar la seguridad y dignidad de las personas.

Otra de las grandes líneas de acción propuestas pretende blindar las fronteras de la Unión Europea y la de los países de su área de vecindad mediante el apoyo económico de Europa y logístico del FRONTEX. Ni rastro queda, por lo tanto, de la cooperación en materia de gestión de conflictos y postconflictos. Ni rastro de la apertura de verdaderas vías legales de acceso a Europa. Ni rastro de una verdadera planificación política migratoria común que ofrezca soluciones de verdad a medio o largo plazo. Ni un ápice de decencia y cordura es lo que nos queda.

No quería terminar sin hacer referencia a una de las últimas noticias acontecidas en el mes de mayo, quizás la que más asco, repugnancia y tristeza puede causar en el alma humana: “6.000 seres humanos navegan a la deriva desde hace más de dos meses frente a las costas tailandesas, sin nada de comer y beber salvo lo que las gentes que pasan con sus embarcaciones les pueden tirar a cubierta”. Los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia, pero nadie movió un dedo por ellos. Semanas después seguían a la deriva sin ninguna ayuda. Mientras tanto los Gobiernos de Tailandia, Malasia e Indonesia se desentienden por completo de ellos negándose a la acogida en su territorio.

“Desde el aire se les ha tirado comida y materiales para arreglar los motores de las embarcaciones”. Pero desde tierra se les insta para que se adentren aún más en el mar. No les importa que mueran, imagino que de ser así, un problema menos para ellos.


Mientras tanto el resto miramos a otro lado. Este caso está fuera de la jurisprudencia de Europa, algunos se frotarán las manos como si de polvo se tratara. ¿Pero, realmente esta problemática no es una cuestión que nos atañe a toda la humanidad?, ¿hasta cuándo vamos a seguir así?, ¿es que no se nos revuelve el alma además del estómago contemplando como millones de personas sufren alrededor nuestra? Aquí en España además, muchas veces tienes que hacer de tripas corazón escuchando decir a algunos gilipollas, que les encantaría poder pegar de tiros a los negritos además de ponerles muros y cuchillas como torres de altas.

Algún día nos acordaremos de todo esto. Quizás seamos nosotros quienes huyamos fuera de España y nuestras casas. ¿Qué digo? Ya está pasando, y por supuesto, cuando vayamos a países como Alemania, Inglaterra, Holanda o Francia no pidamos un trato que no sea el que se le da a un “inmigrante del sur”. Eso es lo que somos, inmigrantes en busca de mejorar nuestra calidad de vida, debido a las condiciones deplorables de nuestro país. No nos creamos mejores, quizás así, cuando volvamos a casa con el rabo entre las piernas, humillados y maltratados entendamos hasta cierto punto (no se puede comparar), la realidad del día a día de millones de personas en el mundo.